lunes, 2 de julio de 2012

Entender la Autoestima de los niños.






 -Espejito, espejito  ¿Quién es mi princesa?-
-¡Yo!- Gritaba niña mientras saltaba a los brazos de su padre.
Cómo saliendo de una burbuja, la chica  adulta sonríe al espejo recordando esos momentos. Respira, se recoge el pelo y sale del baño dispuesta a entrar a la reunión con una actitud segura y firme.

La percepción y la valoración que una persona tiene sobre si misma condiciona su equilibrio psicológico, la relación que establece consigo misma, con los demás y su rendimiento. Es decir, la estima y la opinión que tenemos hacía nosotros mismos va a influir en nuestra manera de acercarnos al mundo y a las personas que están en él.
Al igual que en el resto de relaciones, la relación que tenemos con nosotros mismos también la vamos a valorar positiva o negativamente. Del mismo modo, podemos ser más o menos afectuosos al relacionarnos con nosotros.

¿Cómo se forma la autoestima?

El contacto corporal que establecen los padres con el niño es prioritario para establecer un saludable vínculo emocional. Es a partir de este vínculo desde el que el niño va a construir el sentimiento básico de confianza y seguridad y la manera de quererse.
La autoestima y el autoconcepto son conceptos referentes al individuo que se construye en la interacción social. 
Por lo que su construcción va a tener dos fases, interpersonal. En la que las figuras de referencia “prestan al niño” la imagen que tienen de él. Nos convertimos en instrumentos al servicio del niño.
Y otra intrapersonal, en la que el niño, sin dejar de relacionarse y por tanto de incorporar información externa, se reconoce y forma una imagen de si mismo.

Por lo que el conocimiento que tenemos sobre nosotros mismos  responde a la pregunta ¿quién soy yo?, Autoconcepto. Deriva del concepto que las personas cercanas tienen sobre nosotros ¿Quién soy yo para mis padres? ¿Para mi profesor? ¿para mis amigos?.
Del mismo modo, la valoración (positiva o negativa) que hacemos sobre nosotros mismos y nuestras competencias, la Autoestima (creo que la autoestima está en otro plano que las competencias, sí relacionada a ellas.). Vendrá precedida por la admiración y reconocimiento que hemos tenido de otros.
Y el afecto que ponemos en la relación con nosotros mismos ¿Cómo nos tratamos?, procede del afecto que nos han dado.
Ante un niño con dificultades para mantenerse sentado, sus padres y/o profesores pueden responder algo así:
-¡Niño, estate quieto! todos los días te digo los mismo y parece que te da igual. Así es imposible comer tranquilo. -
¿Sería igual si los adultos, a pesar del cansancio que seguro les provoca que la situación se repita, se acercan a él y le dicen:
- Rubén, tú sabes que en la mesa es obligatorio estar sentado y si no lo cumples tendrás que irte a tu habitación. A mi me gusta mucho comer contigo ¿Tú quieres comer con nosotros? Confío en que aunque te cueste un poco, vas a hacerlo muy bien.-
Para interactuar de manera eficaz, nos ayuda definir ¿qué cualidades del niño estamos destacando?, si lo hacemos con afecto, y si ¿Conseguimos nuestro objetivo?
Podemos afirmar que un niño que ha sido reconocido, valorado y querido, va a poder reconocerse, valorarse y quererse. El niño necesita que reconozcamos quien es él como persona en desarrollo, como ser diferente a sus padres y a las expectativas y deseos que estos tienen respecto a él. Así como que respetemos y valoremos sus características propias, deseos y necesidades, y se lo expresemos mediante el afecto. 
En ocasiones creemos que cuando un niño se porta mal tenemos que dejar de mostrarnos afectuosos, con el fin de que entienda que se ha equivocado. Pero el cariño y la firmeza son cosas diferentes. Cuando un niño se equivoca (voluntaria o involuntariamente) es necesario que sus padres se lo indiquen para que pueda  rectificar. Pero si el cariño desaparece ante las conductas inadecuadas, el mensaje que trasmitimos es que el cariño es voluble y dependiendo de lo que haga le querremos más o menos.
La evaluación sobre uno mismo se produce en todas las dimensiones de la persona (laboral-educativa, social, física y emocional), pudiendo variar la valoración que hacemos de nosotros mismos en cada una de ellas. Hay personas que se consideran muy inteligentes, pero poco capacitadas para las relaciones.
Los niños pequeños tienden a describirse sobretodo en función de las características físicas y a medida que crecen incluyen dimensiones psicológicas y sociales. Esto se debe a que las capacidades cognitivas del niño se van desarrollando a medida que se hace mayor.
Debido a que el autoconcepto de la persona va evolucionando, se espera que el concepto de si mismo que tienen los adultos tienda a ser: más consistente, objetivo y realista. Pero no es automático, tener la capacidad no siempre implica desarrollarla.
La relación consigo mismo exige que nos desdoblemos, para llevar a cabo el proceso de autoobservación. Parte de nosotros se encarga de observar y otra parte es observada. Esta capacidad nos permite tomar conciencia y reflexionar sobre nuestras sensaciones, emociones, pensamientos y acciones.

¿Cómo saber si nuestro hijo tiene una buena autoestima?

Es importante que observemos como se desenvuelve el niño, esto nos dará pistas sobre sus capacidades, la imagen que tiene de si mismo y la forma en la que se estima.
¿El niño tiene mayoritariamente éxitos o fracasos? Y como responde ante cada uno de ellos. ¿Se fija objetivos adecuados, fáciles o difíciles? ¿Se muestra satisfecho con sus resultados?
Observar la manera de afrontar las nuevas situaciones ¿Lo hace con confianza o temor?
En sus relaciones ¿Forma parte del grupo? ¿Los demás le dan la bienvenida o protestan cuando llega?¿Cómo resuelve los desacuerdos?

COmo favorecer una autoestima adecuada en los niños 

Una de las principales formas a través de las cuales aprenden los niños es el modelado, los niños aprenden aquello que observan en sus modelos. Por lo que como adultos cercanos, tenemos el privilegio y la responsabilidad de ser ejemplo para los pequeños.
Por ello es importante que los adultos examinemos las percepciones que tenemos acerca de nosotros mismos así como nuestro desempeño, ya que el autoconcepto de los padres, profesores, etc. Influirá en el del menor.
Mostrar coherencia entre las diferentes interacciones teniendo en cuenta tanto la palabras como los actos. Ayuda a que el ejemplo tenga sentido. No digo una cosa y hago otra.
La continuidad en los planteamientos y objetivos, permite desempeñar un modelo estable. No digo una cosa hoy y mañana otra. Por supuesto, eso no significa que no podamos negociar, pero entre nuestros actos hay un hilo conductor.
La consistencia en mis planteamientos y actuaciones no depende de las circunstancias, de lo cansado o enfada que esté, si no de unos planteamientos reflexionados.
Crear un ambiente agradable y de confianza, en el que comunicarse de forma clara y abierta, ayuda a que cada miembro de la familia se pueda mostrar tal y como es.
Una de las experiencias más maravillosas y gratificantes es sentir que aquellas personas que nos conocen bien y son importantes para nosotros, nos aceptan, respetan y comprenden con nuestras posibilidades y limitaciones.
Así mismo, permitir que el niño sea autor de sus propias acciones, le muestra que confiamos en su capacidad para lograr sus metas. Inténtalo tú, si no puedes yo te ayudo. Esto es importante, ya que la confianza de los adultos de referencia permite configurar la seguridad básica en uno mismo.
Cómo padres, profesores o adultos que desde diferentes roles nos relacionamos con niños, tenemos muchas posibilidades de mejorar la autoestima de estos y la manera en la que se quieren a sí mismos.

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