-Espejito, espejito
¿Quién es mi princesa?-
-¡Yo!- Gritaba niña mientras
saltaba a los brazos de su padre.
Cómo saliendo de una burbuja, la chica adulta sonríe al espejo recordando esos momentos. Respira, se recoge el pelo
y sale del baño dispuesta a entrar a la reunión con una actitud segura y firme.
La percepción y la valoración que
una persona tiene sobre si misma condiciona su equilibrio psicológico, la
relación que establece consigo misma, con los demás y su rendimiento. Es decir,
la estima y la opinión que tenemos hacía nosotros mismos va a influir en
nuestra manera de acercarnos al mundo y a las personas que están en él.
Al igual que en el resto de
relaciones, la relación que tenemos con nosotros mismos también la vamos a
valorar positiva o negativamente. Del mismo modo, podemos ser más o menos
afectuosos al relacionarnos con nosotros.
¿Cómo se
forma la autoestima?
El contacto corporal que
establecen los padres con el niño es prioritario para establecer un saludable
vínculo emocional. Es a partir de este vínculo desde el que el niño va a
construir el sentimiento básico de confianza y seguridad y la manera de
quererse.
La autoestima y el autoconcepto
son conceptos referentes al individuo que se construye en la interacción
social.
Por lo que su construcción va a
tener dos fases, interpersonal. En la que las figuras de referencia
“prestan al niño” la imagen que tienen de él. Nos convertimos en instrumentos
al servicio del niño.
Y otra intrapersonal, en
la que el niño, sin dejar de relacionarse y por tanto de incorporar información
externa, se reconoce y forma una imagen de si mismo.
Por lo que el conocimiento que
tenemos sobre nosotros mismos responde a la pregunta ¿quién soy yo?,
Autoconcepto. Deriva del concepto que las personas cercanas tienen sobre
nosotros ¿Quién soy yo para mis padres? ¿Para mi profesor? ¿para mis amigos?.
Del mismo modo, la valoración
(positiva o negativa) que hacemos sobre nosotros mismos y nuestras
competencias, la Autoestima (creo que la autoestima está en otro plano que las
competencias, sí relacionada a ellas.). Vendrá precedida por la admiración y
reconocimiento que hemos tenido de otros.
Y el afecto que ponemos en la
relación con nosotros mismos ¿Cómo nos tratamos?, procede del afecto que nos
han dado.
Ante un niño con dificultades
para mantenerse sentado, sus padres y/o profesores pueden responder algo así:
-¡Niño, estate quieto! todos los
días te digo los mismo y parece que te da igual. Así es imposible comer
tranquilo. -
¿Sería igual si los adultos, a
pesar del cansancio que seguro les provoca que la situación se repita, se
acercan a él y le dicen:
- Rubén, tú sabes que en la mesa
es obligatorio estar sentado y si no lo cumples tendrás que irte a tu
habitación. A mi me gusta mucho comer contigo ¿Tú quieres comer con nosotros?
Confío en que aunque te cueste un poco, vas a hacerlo muy bien.-
Para interactuar de manera
eficaz, nos ayuda definir ¿qué cualidades del niño estamos destacando?, si lo
hacemos con afecto, y si ¿Conseguimos nuestro objetivo?
Podemos afirmar que un niño que
ha sido reconocido, valorado y querido, va a poder reconocerse, valorarse y
quererse. El niño necesita que reconozcamos quien es él como persona en
desarrollo, como ser diferente a sus padres y a las expectativas y deseos que
estos tienen respecto a él. Así como que respetemos y valoremos sus
características propias, deseos y necesidades, y se lo expresemos mediante
el afecto.
En ocasiones creemos que cuando
un niño se porta mal tenemos que dejar de mostrarnos afectuosos, con el fin de
que entienda que se ha equivocado. Pero el cariño y la firmeza son cosas
diferentes. Cuando un niño se equivoca (voluntaria o involuntariamente) es
necesario que sus padres se lo indiquen para que pueda rectificar. Pero si
el cariño desaparece ante las conductas inadecuadas, el mensaje que trasmitimos
es que el cariño es voluble y dependiendo de lo que haga le querremos más o
menos.
La evaluación sobre uno mismo se
produce en todas las dimensiones de la persona (laboral-educativa, social,
física y emocional), pudiendo variar la valoración que hacemos de nosotros
mismos en cada una de ellas. Hay personas que se consideran muy
inteligentes, pero poco capacitadas para las relaciones.
Los niños pequeños tienden a
describirse sobretodo en función de las características físicas y a medida que
crecen incluyen dimensiones psicológicas y sociales. Esto se debe a que las
capacidades cognitivas del niño se van desarrollando a medida que se hace
mayor.
Debido a que el autoconcepto de
la persona va evolucionando, se espera que el concepto de si mismo que tienen
los adultos tienda a ser: más consistente, objetivo y realista. Pero no es
automático, tener la capacidad no siempre implica desarrollarla.
La relación consigo mismo exige
que nos desdoblemos, para llevar a cabo el proceso de autoobservación. Parte
de nosotros se encarga de observar y otra parte es observada. Esta capacidad
nos permite tomar conciencia y reflexionar sobre nuestras
sensaciones, emociones, pensamientos y acciones.
¿Cómo
saber si nuestro hijo tiene una buena autoestima?
Es importante que observemos
como se desenvuelve el niño, esto nos dará pistas sobre sus capacidades, la
imagen que tiene de si mismo y la forma en la que se estima.
¿El niño tiene mayoritariamente
éxitos o fracasos? Y como responde ante cada uno de ellos. ¿Se fija objetivos
adecuados, fáciles o difíciles? ¿Se muestra satisfecho con sus resultados?
Observar la manera de afrontar
las nuevas situaciones ¿Lo hace con confianza o temor?
En sus relaciones ¿Forma parte
del grupo? ¿Los demás le dan la bienvenida o protestan cuando llega?¿Cómo
resuelve los desacuerdos?
COmo
favorecer una autoestima adecuada en los niños
Una de las principales formas a
través de las cuales aprenden los niños es el modelado, los niños aprenden
aquello que observan en sus modelos. Por lo que como adultos cercanos,
tenemos el privilegio y la responsabilidad de ser ejemplo para los pequeños.
Por ello es importante que los
adultos examinemos las percepciones que tenemos acerca de nosotros mismos así
como nuestro desempeño, ya que el autoconcepto de los padres, profesores, etc.
Influirá en el del menor.
Mostrar coherencia entre
las diferentes interacciones teniendo en cuenta tanto la palabras como los
actos. Ayuda a que el ejemplo tenga sentido. No digo una cosa y hago otra.
La continuidad en los
planteamientos y objetivos, permite desempeñar un modelo estable. No digo
una cosa hoy y mañana otra. Por supuesto, eso no significa que no podamos
negociar, pero entre nuestros actos hay un hilo conductor.
La consistencia en mis planteamientos
y actuaciones no depende de las circunstancias, de lo cansado o enfada que
esté, si no de unos planteamientos reflexionados.
Crear un ambiente agradable y de
confianza, en el que comunicarse de forma clara y abierta, ayuda a que cada
miembro de la familia se pueda mostrar tal y como es.
Una de las experiencias más
maravillosas y gratificantes es sentir que aquellas personas que nos conocen
bien y son importantes para nosotros, nos aceptan, respetan y comprenden
con nuestras posibilidades y limitaciones.
Así mismo, permitir que el niño
sea autor de sus propias acciones, le muestra que confiamos en su capacidad
para lograr sus metas. Inténtalo tú, si no puedes yo te ayudo. Esto es
importante, ya que la confianza de los adultos de referencia permite
configurar la seguridad básica en uno mismo.
Cómo padres, profesores o adultos
que desde diferentes roles nos relacionamos con niños, tenemos muchas
posibilidades de mejorar la autoestima de estos y la manera en la que se
quieren a sí mismos.
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